Arroz dorado.

( agricultura - Agricultura )

Los padres del arroz -dorado- trabajan para ampliar su catálogo de productos

XAVIER PUJOL GEBELLÍ / Barcelona
El arroz dorado (con vitamina A), la variedad modificada genéticamente para incrementar la productividad de beta-carotenos, podría tener en un futuro próximo dos nuevos compañeros obtenidos igualmente por técnicas de laboratorio. Si se cumplen las previsiones, según anunció recientemente, en Barcelona, Ingo Potrykus (uno de los inventores del polémico cereal), las nuevas variedades de arroz transgénico incrementarán de forma significativa su contenido en hierro y en aminoácidos esenciales.
Una vez comprobada su eficacia y su seguridad, afirmó en un acto organizado por el Centro de Referencia de Biotecnología de Cataluña, se cederá gratuitamente su uso a los agricultores de países en desarrollo. Con este anuncio, Potrykus amplía el catálogo de productos obtenidos por técnicas de ingeniería genética destinados a usos humanitarios.
-Si buena parte de la humanidad es vegetariana es debido a su extrema pobreza-, señaló.


Potrykus, investigador del Instituto Federal Suizo de Tecnología (Zúrich), inició sus trabajos para crear el arroz dorado en 1993 junto a su colega Peter Beyer, de la Universidad de Friburgo (Alemania). En 1998 consiguió completar la única ruta metabólica entera que se ha conseguido insertar en un vegetal por métodos artificiales gracias a la incorporación de genes de distintas plantas en el código del arroz. La suma de genes ha demostrado ser eficaz para la producción de beta-carotenos, pigmentos que se transforman en provitamina A una vez ingeridos.


A pesar del éxito tecnológico, reconocido, según el investigador, por amplios sectores de la comunidad científica, el arroz de Potrykus y Beyer todavía no se ha podido plantar en los campos de los países para los que fue concebido.
En estos últimos tres años, denunció Potrykus, embarcado desde hace años en una cruzada personal, la investigación se ha visto obstaculizada por la oposición de las grandes compañías biotecnológicas y agroalimentarias, titulares de hasta 70 patentes implicadas en la consecución del arroz dorado; la intransigencia de organizaciones ecologistas, en especial de Greenpeace, y -la incomprensión de los Gobiernos occidentales-, puesta de manifiesto, afirmó, en la negativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a reconocer los potenciales beneficios de este producto en la prevención de enfermedades en los países en desarrollo.


Acuerdos


Tras años de negociaciones, Potrykus, impulsor de una organización humanitaria encargada de gestionar los derechos de uso del arroz dorado, ha conseguido un acuerdo con la industria por el que se reducen a 12 las patentes esenciales y se limita su cultivo gratuito a las explotaciones agrícolas que no superen los 10.000 dólares de beneficios anuales.


Ello le ha permitido firmar un primer convenio con el Gobierno de Filipinas, sellado el pasado 12 de febrero, que abre las puertas a la adaptación del arroz dorado a las variedades locales y, en paralelo, a consolidar los estudios de bioseguridad, tanto en lo que se refiere a salud humana como ambiental, e iniciar su evaluación nutricional
En este proceso, que Potrykus calcula llevará cinco años de trabajo adicional, han mostrado su interés los Gobiernos de India, China, Vietnam, Suráfrica y varios países latinoamericanos. Con algunos de ellos, indicó el experto, ya se han iniciado negociaciones.


Potrykus rechazó una vez más los argumentos en los que se basa la oposición de algunos grupos ecologistas: -No es cierto que sea necesario comer varios kilos al día de arroz dorado-, y señaló, por el contrario, que el arroz -no tendría sentido- si no se consiguieran efectos positivos con las cantidades habituales en estos países, de unos 300 gramos por día. Por otro lado, negó efectos perjudiciales para el medio ambiente, así como su escasa viabilidad:
-Se puede insertar hasta una docena de genes sin que la planta pierda rendimiento en los cultivos-, afirmó.


A la incorporación de hierro y aminoácidos esenciales, ya en plena fase de desarrollo, Potrykus añade ahora la manipulación de los códigos genéticos de maíz, trigo, boniato y otras especies de gran consumo para que la dieta habitual sea suficiente para prevenir enfermedades graves. Los presupuestos necesarios de investigación y desarrollo para ponerlos a punto, zanjó, -son poca cosa- en relación al beneficio que pueden generar en regiones con escasos recursos económicos y -mucho más efectivos- que los que actualmente destinan organismos como la OMS a prevención: -El 80% del gasto en programas humanitarios de la OMS se va en sueldos-. El arroz dorado y otros vegetales modificados genéticamente para usos humanitarios, vaticinó, -acabarán siendo una realidad y obligarán a cambiar la política de los organismos humanitarios-.
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Sección del artículo: agricultura - Agricultura

Fecha de inserción: 11-02-2010 a las 20:25:04